Vivimos en un planeta mal llamado Tierra que debería llamarse “planeta Agua”, dado que en un 70% es agua de mar. Curiosamente el planeta guarda la misma proporción que nuestro cuerpo, es decir, un 70% agua y un 30% minerales que hemos adquirido del planeta y cuando morimos, los devolvemos a su origen.

Lo más importante es que el 97,5% del agua que existe es agua de mar, siendo tan sólo un 0,5% de agua dulce y el 2% restante inservible en los polos. El agua existente en nuestro cuerpo también es agua marina como podemos comprobar por el sabor salado de cualquiera de nuestros flujos corporales (lágrimas, sudor, sangre, etc.).

Reconocer algo tan lógico y sencillo como esto explica el porqué el uso del agua de mar supondría una gran solución a muchos de los problemas de salud del ser humano. 10 millones de niños mueren cada año por desnutrición en el 3er mundo, mientras un 60% de niños de países desarrollados están enfermos por obesidad y mala nutrición. Todos ellos podrían ser bien nutridos con el agua de mar.

El agua de mar no es agua salada, de hecho no contiene sal propiamente dicho como cloro hidrato sódico. Su sabor salado se lo da el sodio en estado orgánico junto con los 118 elementos de la tabla periódica, incluyendo elementos como el oro, la plata y el uranio, todos ellos imprescindibles, en forma orgánica, para el ser humano. De hecho el agua de mar, junto a sus carbohidratos, grasas, proteínas, aminoácidos esenciales, ácidos nucleicos y vitaminas, es el mejor alimento existente para un ser humano, puesto que todos salimos del mar.

Tan sólo con que en los goteros de los hospitales se cambiara el suero fisiológico, (compuesto por un 9% de cloro hidrato sódico y 91% agua destilada) por agua de mar isotónica (9% de sopa marina y 91% de agua), se salvarían decenas de miles de vidas todos los días. Científicos como el Dr. Ángel Gracia en la Universidad de Tenerife han realizado experimentos en perros extrayéndoles toda la sangre y reemplazándola por agua de mar, siendo los resultados totalmente satisfactorios para el animal. El agua de mar isotónica es lo más parecido a la sangre humana y podría utilizarse en gran medida para transfusiones en personas.

En 1904 el científico René Quintón comprobó los beneficios terapéuticos y preventivos para los humanos y animales curando plagas de desnutrición, tuberculosis, tifus y cólera, salvando cientos de miles de vidas humanas. Sin embargo Quintón fue ninguneado por la comunidad científica y relegado a la posición de hereje de la ciencia, como tantos otros científicos que han aportado grandes beneficios a la humanidad como por ejemplo Nicola Tesla.

Muchos los grandes mamíferos marinos, como las ballenas, se nutren exclusivamente de la sopa marina que contiene el agua de mar, teniendo en cuenta que no hay grandes diferencias biológicas entre ellos y las personas.

Aún con todas estas evidencias ¿Por qué no se conocen los beneficios del agua de mar para la nutrición y la salud humana? La respuesta es sencilla: porqué no es negocio para las compañías farmacéuticas transnacionales que financian y manipulan todas las investigaciones científicas creando dogmas como el de “¡no bebas agua de mar que te mueres!” o “si bebes agua de mar se te taparán los riñones” (paradójicamente el agua de mar es diurética). El gran problema para las corporaciones que viven gracias a nuestras enfermedades es que el agua de mar es abundante, biodisponible y gratuita.

El agua de mar podemos ingerirla en estado puro, es decir, hipertónica (35 Gr. de sopa marina por cada litro) o bien convirtiéndola en isotónica añadiéndole 3 partes más de agua dulce (9 Gr. por litro) de forma que sea absorbida directamente por nuestro cuerpo, tal y como hacen en los hospitales con el suero fisiológico. El problema es que la sal común, fruto de un proceso industrial (que es cloro hidrato sódico) mata mientras que la sal marina es biógena, panatómica y biodisponible.

Para neutralizar el sabor salado del agua podemos incluirle unas gotas de limón que, a su vez, potencian su alcalinidad. Y también podemos cocinar con ella sustituyendo el agua de cocción habitual (agua con sal de la que mata) con agua de mar que nutrirá por ósmosis los alimentos que con ella cocinemos.

Recordemos que el PH del mar es 8.4 y alcaliniza el medio interno de un organismo además de nutrirlo. Como dijo Otto Warbürg: “Todas las enfermedades son ácidas y donde hay oxígeno y alcalinidad no pueden haber enfermedades, incluido el cáncer.”.

Pero hay más formas de beneficiarse del agua de mar. Siempre se han sabido las propiedades terapéuticas del mar para la piel, enfermedades infecciosas y problemas respiratorios. Esto se debe a que nuestra piel es permeable y tenemos numerosas cavidades por las que penetra nutriéndonos y llevando a nuestros órganos el ADN reparador del origen como código genético original para nuestra propia auto reparación.


Y está es la prueba que desmonta los argumentos de los científicos detractores y habitualmente al servicio de las grandes farmacéuticas del uso del agua de mar con fines terapéuticos dado que admiten que podemos bañarnos en ella pero no ingerirla.

Otro gran argumento de los detractores del agua de mar es que está contaminada. Contaminación no es lo mismo que polución. No es posible que el agua de mar se pueda contaminar con microbios de procedencia terrestre. El fenómeno de la ósmosis los destruye al igual que la sal común destruya los microbios comunes y permite la conservación del jamón o del bacalao.
Otros beneficios del agua de mar
Además de los innumerables beneficios para la salud humana el agua de mar podría ser utilizada masivamente para otros usos también muy importantes como la ganadería, la agricultura, la higiene e incluso la economía.

Millones de cabezas de ganado mejorarían su salud, su calidad de vida y su producción tan sólo sustituyendo las bolas de sal común que los ganaderos están obligados a darles para que no mueran por agua de mar. De hecho en algunas granjas ya lo están haciendo y se han sorprendido al ver que su ganado ha crecido un 35% más y han evitado el uso de numerosas vacunas y antibióticos que son ingeridos por las personas en forma de alimento.

En la agricultura hay millones de hectáreas desperdiciadas por falta de riego que se podrían regar con agua de mar, con lo que se nutrirían de todos sus minerales y permitirían cultivar incluido el propio desierto. De una hectárea de tierra estéril que regáramos y nutriéramos con agua de mar viviría una familia entera.

En el Estado de Eritrea y en Senegal ya están funcionando hace muchos años los llamados “oasis marinos” donde mediante canales transportan el agua de mar al interior del país, agua que va nutriendo camarones y peces en su camino, y cuando llega a su destino riega los terrenos donde se cultivan las plantas halófilas como la Salicornia (con un 40% de proteína) o el mangle.

Esos espacios verdes ganados al desierto son fertilizados orgánicamente con el agua de mar con acción plaguicida y herbicida, que se evaporan y atraen lluvias, insectos, y vida en general. Miles de hectáreas son regadas con agua de mar en todo el mundo a pesar de la ignorancia de los expertos.

Del cultivo de la Salicornia producimos proteínas y aceites para el ser humano, pienso para el ganado, materiales para la construcción y oxígeno para el medio ambiente. Y no tan sólo sería beneficioso para esos países del tercer mundo, la mitad de los seres humanos vivimos en los 734.000 Km. de costa de un planeta en el que el desierto gana día a día terreno.

Quedan muchas otras utilidades del agua de mar que aportarían grandes ventajas a la sociedad, como su uso para sustituir el agua dulce en la limpieza de calles de las ciudades, lo que aportaría una acción plaguicida añadida a la limpieza en sí, y otras tantas aún por descubrir. Pero gracias a la acción de un grupo de personas que están dedicando de forma altruista su vida a la difusión de este conocimiento olvidado, hoy en día los grandes medios de comunicación ya empiezan a hacerse eco y ya podemos encontrar en algunos supermercados agua de mar embasada para uso alimenticio.

En ese sentido le invitamos a usted a que, primero se informe al respecto y, en cuanto compruebe lo que el agua de mar puede aportarle a usted y a su familia, lo difunda en beneficio y por amor a la humanidad.